martes, 21 de enero de 2014

Proceso de venta, tiempo de reyerta




En la coyuntura más trascendental de su historia, lo que debería ser un proceso de selección ecuánime, justo y limpio, en defensa de los intereses del Valencia Club de Fútbol SAD -el corazón que pretenden ocupar-, prorrumpe el indefectible cruce de asechanzas e informaciones contradictorias teledirigidas, ennegreciendo el advenimiento del torniquete que pondrá fin al desangre de una entidad al albor de su nonagésimo quinto aniversario.

En el momento en el que la misma persona actúa como representante de un candidato ofertante a la propiedad que preside (opositor y parte del jurado a la vez, incompatibilidad moral), el concurso promovido por Bankia y fiscalizado por KPMG es aberrante y queda desvirtuado, porque la naturaleza del ser humano es así. Y negocio mediante, más. Qué se puede esperar de un trámite en el que está en juego algo más que un simple equipo de fútbol; es adquirir un patrimonio devaluado hoy, que mañana reportará beneficios, es acceder a un cargo para ostentar categoría, que multiplica tu estatus, es gestionar la ilusión de cientos de miles de seguidores incondicionales, un intangible al alcance solo de unos pocos privilegiados, y es estar en la pomada mediática, figurando diariamente en el escaparate informativo. Para nosotros, los aficionados, es la vida, para ellos un negocio aderezado de atrayentes bonus colaterales.

Determinada la realidad de lo que se vende, el sentimentalismo de unos colores bloquea el raciocinio de parte de la afición, no les libera para comprender el desarrollo del proceso, cuyo pliego de condiciones anterior y hoja de ruta posterior están suficientemente claros -plenamente desvelados por el diario digital PlazaDeportiva-, circunstancias que se están cumpliendo a rajatabla, sin renglones torcidos. Puedo entender que no sea del agrado del aficionado de a pie, pero esas son las reglas dictadas por quien tiene que decretarlas, ni más ni menos. Al igual que el recelo existente sobre Bankia y la Generalitat Valenciana, por los que nunca pondría la mano en el fuego.

Respecto a Salvo y su especulada postura de enroque, desde su posición de promotor de Peter Lim como aspirante a nuevo dueño de acciones y club, ha actuado, desde el principio, de espaldas a las normas impuestas por el vendedor -aunque no haya ejecutado la prenda de las acciones de la Fundación VCF-, primeramente no firmando la NDA de confidencialidad -condición sine qua non-, haciendo pública la oferta e identidad del inversor, y posteriormente no presentándola a la empresa auditora asignada. Son hechos que particularmente no me afectan en demasía, pero si uno no se aviene a lo estipulado, escama. Amadeo optó por dar la cara y detallar sus intenciones, ganándose a la parroquia valencianista -como no podía ser de otra manera-, bajo el abanderamiento del valencianismo y como paladín de sus derechos. Otros han preferido cumplir el marco legal y seguir en el desesperante anonimato, aun sabiendo que ello menoscaba su popularidad entre el respetable che, pero confiados que cuando se desvele su propuesta tendrán el reconocimiento que, hasta ahora, solo el presidente está cosechando. Aquello de 'Una ilusión solo es superable por una ilusión superior'.

Desde el minuto 1 en aparecer en escena, el presidente me ha transmitido seguridad, profesionalidad, saber estar y, lo que más valoro, probidad, algo que escasea hoy en día y que se echaba tanto en falta. Y así quedó escrito. Como su proyecto GloVAL, que tanto hemos alabado, como resolución mesiánica al nudo gordiano que tiene varado al club. Dicho esto, desde que ha comenzado la carrera por el trono de hierro, ha ido diluyéndose ese inmaculado proceder e impertérrita efigie, ya sea por las acres y continuadas críticas que le llegan desde la prensa -unas intencionales y otras reflexivas- o porque augura que su oferta no resultará vencedora, porque es inferior globalmente.

En torno a la convocatoria para el próximo viernes, en el coliseo de la Avenida de Suecia, donde podrán asistir tanto accionistas como abonados -como garantía de una gran afluencia-, el debate está entre si será un acto propagandístico de su candidatura, para fortalecerla y granjearse al personal dudoso, o una mera jornada informativa, sabedor que está vetada la divulgación de más detalles al respecto. Hasta entonces, merece el beneficio de la duda. Con esta asamblea se abre un foro nuevo para la afición, un altavoz adecuado que debería usarse para exponer y dejar constancia de aquellas exigencias y reclamaciones relacionadas con las autoridades y personas que decidirán al nuevo propietario del club donde dejan su dinero, no con las propuestas (ya sean de Peter Lim, TPG o fondo anglo-árabe) como leitmotiv. O así lo veo yo, al menos. Todo lo que se salga de ese guion, bajo mi punto de vista, estará de más y no cumplirá con los objetivos de dicho llamamiento, el cual procede del Consejo de Administración y no de Amadeo Salvo en particular.

Me empieza a preocupar la exponencial proliferación de posturas radicalizadas y extremistas, exhortando a todo aquel que no sea de su cuerda, en los medios, pero principalmente entre los propios simpatizantes, forjándose facciones bien distanciadas y enfrentadas, deshilachando los ideales genuinos y ulteriores que nunca debieran ajarse. Canibalismo 2.0. Toda esta calina enrarecida, en época de extrema sensibilidad y desasosiego, desinformaciones y opiniones dispares, malquista al aficionado -unos maleables y otros no-, transformándolos en vectores de parcialismos recalcitrantes, obnubilados por el continente y desdeñando el contenido. Se quedan con el ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’ -refrán que viene como anillo al dedo-, ante el más que comprensible vértigo a una venta irresponsable, conchabada e indeseada. Tengo claro que el Valencia no será vendido a ningún mangarrufo de tres al cuarto, aquí no hay águilas pintarrajeadas ni se avala solvencia con cromos del coyote, aquí luchan tiburones de las finanzas al más alto nivel. Harina de otro costal serán las predilecciones personales sobre las identidades de los valencianos valencianistas que figuran latentes detrás de cada uno de ellos.

Que me parezca plausible el buen hacer y porte del actual presidente hasta el momento, a varias galaxias de la desarraigada última etapa casposa, no es incompatible con adoptar una compostura neutral de calma y circunspección, alejándome de corrientes prosalvistas o antisalvistas, que es en lo que, infaustamente, se está convirtiendo el patio de Valenciastán. “O piensas como yo o estás en el bando contrario”, cuando no debería ser así. Me parece una actitud pueril y primitiva. He decidido poner el reloj a cero y no sentirme sugestionado por ninguna metralla infopinadora, hasta nueva información veraz.

La propuesta del singapurense no me parece la mejor, sino la mejor que se conoce, y por ello no le debo otorgar la arbitraria vitola de "es la que debe salir electa, porque es la mejor de todas". No procede, a mi entender. Creo que puede haber una oferta integral superior a la de Lim, superior a todos los niveles; de cuantía y garantía de pago al banco, de poderío y respaldo económico total, y de proyecto deportivo -y por ende, de fichajes-. Solamente pido que, de confirmarse esa hipotética puja suma, Amadeo Salvo sea leal a los principios que siempre ha aireado con suficiencia y dé un paso al lado -no al frente- para permitir una transición rápida, cómoda y con el asenso de todas las partes. Porque estará remando en pro del club que dirige. Ídem para la Fundación VCF con Aurelio Martínez a la cabeza. Tampoco tengo fundamento para dudar de ellos. Y si la suya sale seleccionada, perfecto, se le daría continuidad a una filosofía con puntales interesantes y que ha calado en el valencianismo.

Yo no soy de nombres y apellidos, no me adhiero a ninguna de las supuestas ofertas, solamente quiero el mejor postor para el Valencia CF. Porque será lo más ventajoso. Tan simple. Proceso de venta, tiempo de cautela.